jueves, 5 de noviembre de 2015

LOS RECIBOS.

    LOS RECIBOS:
  ¿Cuanta memoria no tiene que tener uno, si no guardas un RECIBO?
  A quien no le ha pasado alguna vez, tener que pagar dos veces un recibo, porque se le olvidó de guardar la copia que le dieron en ese momento en el Banco, o cualquier otra Administración, Cuando cualquiera, tiene el Riñón cubierto es decir los medios económicos son favorables, parece que esto no tiene la mayor importancia, porque posiblemente estés tan embelesado en otras cuestiones más interesantes, y se te haya pasado ese instante de Saber que DEBES GUARDAR DICHO RECIBO para que no te veas sorprendido en ningún momento.
  Hoy en día es raro que ocurra algo así, debido a que con los Ordenadores, debería estar sanjado estas cuestiones burocráticas. Pero está visto que es mejor molestar al Interesado, en cualquier cuestión que molestarnos en buscar algo que además de interesarnos en hacerlo, es nuestra obligación, y no buscar al Currante de siempre para que él sí  se moleste en averiguar ese Recibo donde se encuentra y si no es así ya sabe lo que debe hacer ¨PAGARLO OTRA VEZ POR LA MALA GESTIÓN DEL FUNCIONARIO DE TURNO¨ . ¨La Cuerda siempre suele romperse por lo más frágil ¨ .
  Si compramos un piso de Protección Oficial, lo mejor que podemos hacer una vez Pagado; guardar los Recibos por lo menos dos Generaciones, Familiares para que no ocurra lo de siempre.
  En el caso de que el Piso sea Libre, no tenemos ese problema, ya que por regla general, se suele Pagar al Contado.
  La Diferencia de tener poder Adquisitivo o no tenerla.
  Si eres ¨POBRE¨ y no tienes donde caerte Muerto, como se suele decir, lo mejor que puedes hacer es Guardar los Recibos y las oportunidades las tendrás cubiertas, sin necesidad de Calentarte la Cabeza por ese  Mal Funcionario que no debería ocupar ese lugar, habiéndo tantos que no se merecen estar sin trabajo, porque ese puesto lo ocupa un desaprensivo, que sólo piensa en que llegue el Viernes, e irse a descansar el fin de semana, para que no le calienten más la cabeza.
Francisco Domínguez.

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