VIVIR
EN UN PUEBLO PEQUEÑITO.
Tiene
sus ventajas, pero al mismo tiempo sus inconvenientes.
Hoy
en día solemos vivir en pueblos pequeñitos, sobre todo cerca de las
ciudades. Porque la gran mayoría de nosotros, tenemos el trabajo en
las grandes urbes y el vivir en estos lugares, es más bien para
tomarnos un descanso o respiro.
De
tanta contaminación y ruido que en la mayoría de las ocasiones se
hace insoportable el soportarlo.
No
es lo mismo vivir en la ciudad, donde todo lo tenemos a mano y en
todo caso, si tenemos que desplazarnos un poco retirado, tenemos a
nuestro alcance los transportes públicos.
Pero
quitando esas ventajas, cuanto no tenemos que aguantar y cuantos ojos
no deberíamos tener para estar siempre pendiente, de lo que nos
pueda sorprender.
Los
amigos suelen ser escasos aunque viéndolo bien, no importa donde
tengamos nuestra residencia.
Es
muy difícil hoy en día decir tengo muchos amigos, con unos pocos
tiene uno suficiente. Siempre y cuando sean buenos y pueda contar con
ellos, en cualquier momento que los necesites.
Cuando
va uno paseando por cualquier calle de la ciudad, avenida o se para
en cualquier plaza, bien a descansar de esa caminata que nos hemos
dado de antemano. Oh por qué hay cualquier bar cerca de ella y nos
apetece pararnos a tomar cualquier aperitivo. Casi siempre si no
vamos acompañados, por nuestra pareja, un amigo o conocido es muy
raro que podamos entablar conversación con alguien.
En
cambio en el pueblecillo esto lo tenemos solventado oh resuelto.
Son
una de las tantas comparaciones que podríamos poner de vivir en un
sitio u otro.
Cuando
vamos siendo mayores y ya tenemos a nuestros hijos fuera del nido,
bien colocados y con su vida resuelta.
Es
el momento de plantearnos, retornar al pueblo o pueblecillo que nos
vio nacer, allí dejamos a nuestros verdaderos amigos y aunque la
vida a veces se hace desagradable en la mayoría de los casos.
Siempre
nos habrá dejado a varios de ellos, con los cuales retomaremos esas
enseñanzas que tanto ellos como nosotros, podamos darle he ir
encaminando nuestras vidas.
Esperando
ese fin de semana oh vacaciones, donde nuestros hijos regresen con
sus retoños a visitar a sus abuelitos que un día decidieron con muy
bien criterio regresar a sus orígenes.
Francisco
Domínguez.
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