jueves, 21 de abril de 2016

CONTROL MENTAL.CP.OCHO.

CONTROL MENTAL:
CAPÍTULO: VIII

En el capítulo anterior dije de la Imposición de manos; a lo largo de los años he ido comprobando que no se equivocaron, a muchísimas personas según testimonio de ellas, les he aliviado el dolor, ha sido una gran satisfacción para mí.
Recuerdo en una ocasión que una señora me dijo que le dolía la espalda, le puse las manos y me dijo, el aparato que me está usted poniendo en la espalda me tiene que decir dónde lo a comprado, pues me está aliviando bastante, entonces yo le contesté señora, son mis manos y me dijo; eso no puede ser y seguidamente le dije, vuélvase y comprobará lo que le estoy diciendo, de momento me pidió perdón, por la desconfianza de no haber creído en mis palabras.
Otras veces decían mire  tengo un dolor en la rodilla, al ponerle las manos sentían bastante alivio y me decían como es posible que me esté remitiendo el dolor.
Algunas Personas no se lo creían, pero a mí al principio de ponerlas, también me costaba trabajo el creerlo; lo que ocurre que cuando llevas años haciendolo,  no le das la importancia que tiene.
Recuerdo un caso, que aunque hace años de aquello, algunas veces me viene a la memoria y es que, un amigo me llamó y me dijo: me ha llamado una amiga que lleva unos tres meses, con una ¨Culebrina¨ y aunque a ido al médico y además se está tomando medicamentos, no se le quita y está muy preocupada y quería saber si yo conocía algún curandero que quitara los herpes y he pensado, a lo mejor mi amigo los quita. Me llamó casi de noche y le dije, algunos he quitado, entonces le comunique, vive tu amiga muy lejos de dónde yo me encuentro y me dijo que si; a esto que le comenté, mira lo que te voy a decir, no lo he hecho nunca, pero podría salir bien, entonces le dije vas a llamar a tu amiga y le vas a dar mi número de teléfono y que me llame ella.
Creo que no pasó ni dos minutos, desde que estuve hablando con mi amigo a que sonara otra vez el teléfono hablando la Chica; me estuvo contando lo mismo que me había dicho mi amigo, a todo esto llorando ya que según ella estaba desesperada y no sabía dónde acudir. Yo procuré tranquilizarla lo mejor que pude, le pregunté dónde tenía el herpes, entonces le dije, te vas a relajar lo más que puedas y te vas acostar en la cama, dentro de unos diez minutos aproximadamente yo te llamaré, para comprobar cómo te encuentras.
Al tiempo que le había dicho la llamé y otra vez empezó a llorar, entonces me quedé descolocado, como diciendo, esto no ha surtido efecto ¿Pero cual fue mi sorpresa cuando me dijo? ¡Estoy llorando de alegría! Porque no siento ningún dolor y las inflamaciones que me había producido el herpes están desapareciendo.
Ahí es dónde comprendí, lo que nuestro querido Profesor, nos decía de las Energías que se transmiten con mucha facilidad y no importa a que distancia se encuentre el que las necesita.

Francisco Domínguez.

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