Cuando uno está paseando por cualquier zona o parque y se pone, como si estuviese distraido mirando al infinito. Y algunas veces ve una escena, que le llama la atención; porque se está produciendo un encuentro entre una persona jóven y la otra mayor. Se fija uno en cualquier escena de cariño, que se pueda producir entre ambos.
A mí particularmente me apasiona ver cualquier muestra de cariño que pueda haber entre ambos seres. Que aún siendo de distintas edades hay como un complot de acercamiento emocional del más jóven y de sabiduría el de mayor edad.
No debemos perder esos valores, tan escensiales en las relaciones humanas, aunque no haya ningún parentesco de afinidad entre ambas personas.
A veces el vivir en poblaciones pequeñas están más acentuadas las relaciones que existe entre diferentes personas, sin que haya un distanciamiento. Porque muchos piensan, que, si carece de estudios, no tiene la fortaleza mental que requiere para entablar cualquier comunicación.
Éstas reglas para algunos imprescindibles, para otros, en cambio, carece de las más mínima importancia. Porque, lo que pretendemos, es darle salida a esa persona que necesita de nuestra ayuda para que se pueda relacionar con nosotros. No debemos de ninguna manera dadle ningún desaire, que se pueda ver perjudicado por nuestra falta de incompresión.
¡Debemos saber, que tenemos que querer y respetar a nuestros mayores! Todos tenemos algo que contar. Y puede que nos interese esa historia que cuenta con tanta alegría y satisfacción. Porque en algún momento de su vida la vivió. Y para él es la mejor arma que tiene en ese momento. Y quiere enseñársela al que está dispuesto a escucharle.
Francisco Domínguez.
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