LAVADERO
PÚBLICO:
CAPÍTULO II
Los Lavaderos
Públicos, se solían enclavar en la mayoría de las veces, a la
salida de un Manantial, o cogiendo agua del Río y encauzándolo;
donde se había hecho tal emplazamiento.
Solía
tener cuatro o cinco tablas echas de hormigón acompañados de unos
recipientes cada uno del mismo material y un orifico dónde entraba
el agua a los distintos lavaderos para que las Mujeres pudiesen hacer
su respectivo trabajo, estaban unos enfrente de otros y por el centro
de dichos emplazamientos, discurría una pequeña acequia para ir
alimentado de agua, a los distintos Lavaderos.
Aunque
le aire les entraba por todos los sitios, al carecer de paredes, si
estaban cubiertas por otras inclemencias del tiempo, por Ejemplo: si
llovía.
Era un Centro
de reunión, muy ameno ya que era muy raro, de que no hubiera más de
una persona Lavando, por lo que se podían cambiar impresiones; de
alguna noticia que fuese relevante en aquellos momentos.
Siempre
solían llevar, más de lo preciso, en cuanto a prendas para lavar,
pero al tener tantas tareas en la Casa, tenían que arriesgar en
otros trabajos, aunque les llevase más tiempo.
Cuando
terminaban en El Lavadero después de Restregar la ropa con el Jabón
en la Piedra de Lavar, todavía no se había terminado la Faena,
tenían que coger nuevamente las prendas y tenderlas al Sol, para
que se clarearan y estuvieran más blancas, claro está; siempre y
cuando se tratara mayormente de Sábanas.
Una
vez tendidas había que ir de vez en cuando a echarles agua con la
mano, teniendo un cubo para este cometido y así se iba blanqueando
las prendas y se quedaban más blancas en esto se llevaba por lo
menos dos o tres horas, pero no había otra forma de hacerlo.
Cuando
Inventaron LA LAVADORA, todo esto quedó en el olvido y cómo una
Anécdota.
PERO
ELLAS SABRÁN ¡SÍ LAS SEÑORAS! LO QUE TUVIERON QUE PADECER Y
SUFRIR HASTA QUE LLEGÓ ESTE MOMENTO.
NADIE
MÁS QUE VOSOTRAS SE MERECÍA ESTE MARAVILLOSO INVENTO.
Francisco
Domínguez.