miércoles, 3 de febrero de 2016

RECUERDOS DE MI NIÑEZ: II


CAPÍTULO II

     Se me había olvidado reseñar en el capítulo anterior: que en todo el trayecto, hasta llegar al Cortijo, percibíamos una gran cantidad de olores, de la gran variedad, de las plantas silvestres que se encontraban en todo el camino; hay que tener en cuenta, que íbamos cruzando un monte y era una zona más bien escarpada, en algunos trayectos, y difícil para unos Niños, de tan corta edad en esa Caminata, había pocos lugares que no fuesen pendientes y abrupto del terreno; por lo que se debía de tener mucho cuidado al andar. Pero hay que resaltar, que cuando va uno por un lugar al que le gusta, se olvidan las complicaciones que puedan surgir; y da la sensación, conforme se va elevando el terreno, como si fuese uno Volando, dejando a lo lejos los sitios donde antes se pasó.
     Una vez que nos instalamos después como nó de saludar a la Familia, nos pusimos a recorrer todos los alrededores que teniamos en mente para poder familiarizarnos nuevamente con el etorno que teníamos de otras ocasiones.
     Cuando está uno, Saboreando la Naturaleza en un enclave bonito y muchos sitios para recrear la vista, da la sensación que el tiempo se detiene y los días parecen horas, pasando el tiempo muy de prisa.
      Un día sin nada extraordinario que reseñar, nos levantábamos muy temprano, en verano apetece hacerlo, así y más cuando se está en un etorno apropiado; cuando nosotros lo hacíamos mis Titos ya tenían el fuego encendido en la chimenea y la Sarten puesta en las "Estreves", para hacer la Fritada con las hortalizas, Ecológicas que cultivaban en el campo, hoy más moderno, a la Fritá se le llama "Pisto". Por cierto siempre me acordaré de la Sarten, parecía una Plaza de Toros; que grande y hermosa, claro nos juntábamos bastantes para comer, además cuando se terminaba la comida de cocinar y se ponían La Estreves y la Sarten encima, en medio de la cocina ahorrándose los correspondientes platos para cada uno y comiéndo como se hacía en aquella época más familiar; pero como iba a decir anteriormente casi siempre se presentaba alguien a última hora para participar de esas fritás tan buenas y celebradas por todos los comensales a la misma. ¡Todavía me pregunto, cuando se me viene a la memoria, que es lo que hacía mi tita o con que amor tan profundo realizaba cualquier trabajo para que le salieran todo tan bueno!
     Nos quejamos con demasiada frecuencia de la vida,¡Pero la que tenían ellos, sí que era vida! Siempre tenías que tener alrededor de la chimenea la leña suficiente para las distintas comidas y cuando te ponías hacerla procurar que el fuego no bajara de intensidad, quiero decir que tenía uno que estar muy pendiente. Hoy, con las hornillas de Butano, o la electricidad las cosas son más fáciles. Porque también hay que decir que en aquel tiempo no había luz en los Cortijos, alumbrándose para tal fin con un "Quinquer", suministrado con petróleo o un "Candil", con aceite.
      Una vez que se terminaba la comida de la Sartén, que siempre parecía poca por lo buena que estaba, nos preparábamos para las faenas cotidianas en el campo, que por cierto era la siega, y nos dirijíamos dónde se había terminado el día anterior, y los niños estábamos encargados de cuando los mayores con las hoces segaban una gavilla, de la paja con el grano que se estuviera cosechando, de llevarlo donde mis Titos hubieran acordado de ponerlos para cuando hubiera lo suficiente hacer una carga y transportarla con el Mulo Tordo, tan alto, como era, que parecía un elefante, que trabajico le costaba a mi tito cargarlo, aunque siempre se buscaba sus truquillos para hacerlo más fácil. Cuando se llenaba la "Era", con todas las gavillas transportadas se desacían los haces y se extendían por todo el recipiente que en la mayoría de los casos eran circulares y se ponían casí siempre dos caballerías atajadas para empezar a trabajar con ellas, pero antes de engancharlas a la "Trilla", se les daba unas vueltas con ellas y una persona mayor detrás para ir desaciendo los haces y acto seguido se enganchaba a la "Trilla", y cuando estaba un poco desecha la paja, casi siempre nos dejaban las personas mayores, encargadas del trabajo de trillar, a los niños, para que disfrutáramos dando vueltas en el artilujio y dejando descansar a estas personas, de su trabajo cotidiano y haciendo los pequeños; una tarea muy importante, creyéndose que sólo estaban jugando.

Francisco Domínguez.         

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