SALIDA
A EUROPA
CAPÍTULO
III
El
día doce llegamos a París sobre las Once o Doce del Mediodía,
descargamos las maletas del autocar y nos dirigimos a una boca de
Metro que había en las inmediaciones, nos subimos y recorrimos unas
cuantas estaciones y nos bajamos porque ella, no se acordaba con
certeza donde era el final de nuestro trayecto y quiso hacerlo sola,
para cerciorarse sin lugar a equivocación de nuestro destino en la
Ciudad. Yo mientras me quedé fuera, en una de las calles, esperando
que ella regresara para poder continuar.
Una
vez que supo dónde teníamos que ir, regresó a dónde yo la estaba
esperando, y nuevamente cogimos el Metro para llegar al hotel y
descansar un poco del viaje, no mucho tiempo, ya que debíamos de ver
algunas cosas importantes; estando en un lugar que a cualquiera le
encantaría acudir y saborear ese encanto tan especial que se derrama
por toda la Ciudad como si fuese una gran Cascada; con el Río Sena
que la atraviesa y esos barcos de turistas haciendo su recorrido.
Estábamos
más bien cerca de la Torre Effiel si se le puede decir
cuando se encuentra uno en una gran Metrópoli, pero preferimos ir en
el Metro para desplazarnos más lejos a la Catedral de Notredran. Que
hermosura el contemplar tanta belleza acumulada, no sabía uno a
dónde mirar, cuanto echaba de menos el no llevar una cámara
de fotos, me hubiera vuelto loco haciéndolas, cuantas maravillas.
¿Cómo el hombre puede realizar tantas bellezas cuando quiere?
Cuando
salimos de la Catedral fuimos a tomarnos algún aperitivo en una de
tantas tete-rías, como había en las inmediaciones, hay es dónde
empezamos a darnos cuenta de donde nos encontrábamos, no por el
lugar, sino por lo caro. ¿Como puede ser que se tome cada uno de nosotros un Té,
pelado y mondado y te cobren Ocho Euros, la suerte nuestra fue de que
sólo pedimos el té, si no, no sabemos a donde hubiera llegado la
broma, osea que hubiésemos tenido que pagar mucho más, por supuesto y lo que no se explica
uno es, que estaba el establecimiento a rebosar.
A la vuelta de la catedral nos pasamos por la Torre Effiel impresiona una Torre tan grande y pensar que allí trabajan todos los días Quinientas personas es maravillosa, no hay palabras para expresar lo que se siente cuando está uno dentro de esa Mole de hierro, que Trabajo más bien realizado, por eso los franceses miman con tanta devoción esa gran ARQUITECTURA realizada con el esfuerzo y trabajo de unas Personas Maravillosas.
De regreso al hotel nos fuimos andando, nos dimos una gran caminata, pero no nos importaba ya que íbamos a gusto paseando, en el trayecto nos encontramos a una persona quisimos preguntarle algo y nuestra satisfacción al mismo tiempo fue, que el chaval era sevillano. El encontrarnos a esta sola persona es porque ya rosaba seguramente sobre las Once de la noche y no se veía mucho movimiento por aquella Avenida.
A la vuelta de la catedral nos pasamos por la Torre Effiel impresiona una Torre tan grande y pensar que allí trabajan todos los días Quinientas personas es maravillosa, no hay palabras para expresar lo que se siente cuando está uno dentro de esa Mole de hierro, que Trabajo más bien realizado, por eso los franceses miman con tanta devoción esa gran ARQUITECTURA realizada con el esfuerzo y trabajo de unas Personas Maravillosas.
De regreso al hotel nos fuimos andando, nos dimos una gran caminata, pero no nos importaba ya que íbamos a gusto paseando, en el trayecto nos encontramos a una persona quisimos preguntarle algo y nuestra satisfacción al mismo tiempo fue, que el chaval era sevillano. El encontrarnos a esta sola persona es porque ya rosaba seguramente sobre las Once de la noche y no se veía mucho movimiento por aquella Avenida.
Cuando
llegamos al hotel, tomamos una pequeña cena, y nos acostamos ya que
a la mañana siguiente teníamos que hacer otra vez el mismo trayecto
y nos cogía un poco retirado, para nuevamente continuar nuestro
periplo por Europa.
A
la mañana siguiente una vez desayunados, nos pusimos en camino al
lugar donde nuevamente teníamos que reanudar el viaje, fuimos con
bastante tiempo y aunque, tuvimos que esperar como los demás
viajeros, que estaban en nuestra misma situación no nos importó
Porque en estas situaciones es mejor esperar a
que pierdas el tren como se suele decir, aunque en algunas ocasiones
se ha dado el caso, de que ha faltado alguien y han esperado un poco por si
venía el viajero, es de agradecer estas situaciones que algunas
veces se dan.
A
la hora que tenía que venir el autocar se presentó y cargaron todas
las maletas de los distintos pasajeros, recuerdo que había un chaval
que llevaba una Maleta grandísima; no sé lo que llevaría dentro,
pero si me hubieran comunicado que transportaba un Elefante en ella
me lo hubiera creído.
No
es de extrañar ver tanto bohemio, por una Ciudad tan Hermosa y tan
llena de vida como ¨PARIS¨,
Francisco
Domínguez.
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