lunes, 15 de febrero de 2016

SALIDA EUROPA DEL ESTE.CP.III.

SALIDA A EUROPA
CAPÍTULO III
El día doce llegamos a París sobre las Once o Doce del Mediodía, descargamos las maletas del autocar y nos dirigimos a una boca de Metro que había en las inmediaciones, nos subimos y recorrimos unas cuantas estaciones y nos bajamos porque ella, no se acordaba con certeza donde era el final de nuestro trayecto y quiso hacerlo sola, para cerciorarse sin lugar a equivocación de nuestro destino en la Ciudad. Yo mientras me quedé fuera, en una de las calles, esperando que ella regresara para poder continuar.
  Una vez que supo dónde teníamos que ir, regresó a dónde yo la estaba esperando, y nuevamente cogimos el Metro para llegar al hotel y descansar un poco del viaje, no mucho tiempo, ya que debíamos de ver algunas cosas importantes; estando en un lugar que a cualquiera le encantaría acudir y saborear ese encanto tan especial que se derrama por toda la Ciudad como si fuese una gran Cascada; con el Río Sena que la atraviesa y esos barcos de turistas haciendo su recorrido.
  Estábamos más bien cerca de la Torre Effiel si se le puede decir cuando se encuentra uno en una gran Metrópoli, pero preferimos ir en el Metro para desplazarnos más lejos a la Catedral de Notredran. Que hermosura el contemplar tanta belleza acumulada, no sabía uno a dónde mirar, cuanto echaba de menos el no llevar una cámara de fotos, me hubiera vuelto loco haciéndolas, cuantas maravillas. ¿Cómo el hombre puede realizar tantas bellezas cuando quiere?
Cuando salimos de la Catedral fuimos a tomarnos algún aperitivo en una de tantas tete-rías, como había en las inmediaciones, hay es dónde empezamos a darnos cuenta de donde nos encontrábamos, no por el lugar, sino por lo caro. ¿Como puede ser que se tome cada uno de nosotros un Té, pelado y mondado y te cobren Ocho Euros, la suerte nuestra fue de que sólo pedimos el té, si no, no sabemos a donde hubiera llegado la broma, osea que hubiésemos tenido que pagar mucho más, por supuesto y lo que no se explica uno es, que estaba el establecimiento a rebosar.
    A la vuelta de la catedral nos pasamos por la Torre Effiel  impresiona una Torre tan grande y pensar que allí trabajan todos los días Quinientas personas es maravillosa, no hay palabras para expresar lo que se siente cuando está uno dentro de esa Mole de hierro, que Trabajo más bien realizado, por eso los franceses miman con tanta devoción esa gran ARQUITECTURA realizada con el esfuerzo y trabajo de unas Personas Maravillosas. 
 De regreso al hotel nos fuimos andando, nos dimos una gran caminata, pero no nos importaba ya que íbamos a gusto paseando, en el trayecto nos encontramos a una persona quisimos preguntarle algo y nuestra satisfacción  al mismo tiempo fue, que el chaval era sevillano. El encontrarnos a esta sola persona es porque ya rosaba seguramente sobre las Once de la noche y no se veía mucho movimiento por aquella Avenida.
  Cuando llegamos al hotel, tomamos una pequeña cena, y nos acostamos ya que a la mañana siguiente teníamos que hacer otra vez el mismo trayecto y nos cogía un poco retirado, para nuevamente continuar nuestro periplo por Europa.
  A la mañana siguiente una vez desayunados, nos pusimos en camino al lugar donde nuevamente teníamos que reanudar el viaje, fuimos con bastante tiempo y aunque, tuvimos que esperar como los demás viajeros, que estaban en nuestra misma situación no nos importó Porque en estas situaciones es mejor esperar a que pierdas el tren como se suele decir, aunque en algunas ocasiones se ha dado el caso, de que ha faltado alguien y han esperado un poco por si venía el viajero, es de agradecer estas situaciones que algunas veces se dan.
  A la hora que tenía que venir el autocar se presentó y cargaron todas las maletas de los distintos pasajeros, recuerdo que había un chaval que llevaba una Maleta grandísima; no sé lo que llevaría dentro, pero si me hubieran comunicado que transportaba un Elefante en ella me lo hubiera creído.
  No es de extrañar ver tanto bohemio, por una Ciudad tan Hermosa y tan llena de vida como ¨PARIS¨,

Francisco Domínguez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario