martes, 16 de febrero de 2016

SALIDA EUROPA DEL ESTE.V.

SALIDA A EUROPA
CAPÍTULO V

  Yo me quedé en el autocar recogiendo las maletas y es cuando, me pasó esta aventura de quitarme la cartera; si se le puede llamar así. En cambio mi esposa había ido en esos momentos, para enterarse a que hora salía el tren, para continuar a nuestro destino.
  Cuando regresó cogimos todo el equipaje y lo llevamos para coger el tren, tardó bastante, ya se iba notando la frescura de la noche, pero no le echaba muchas cuentas esperando que llegase lo más pronto posible, el dichoso transporte, que se estaba haciendo bastante de rogar. Una vez que llegó y buscamos el vagón que nos correspondía montamos nuestros bultos y nos dimos cuenta que eran Coches Cama, muy bueno, para nuestros maltrechos cuerpos; que agradecerían sin lugar a dudas un merecido descanso después, de tantos días de viaje, sin poder poner nuestros Esqueletos de otra forma más cómoda. Por cierto, una de las maletas hay que ver lo que pesaba y pensaba lo de aquel chaval en París, sin darme cuenta de que posiblemente llevara yo, la cría del elefante; una vez instalados empezamos hacer las respectivas camas y nos acostamos. No recuerdo cuanto tiempo transcurrió desde que nos subimos, hasta que empezó la Policía a pedir Pasaportes pienso que poco; y ahí terminó momentáneamente la aventura que hubiese terminado bien, si nos hubieran dicho, antes de empezar el viaje, que se necesitaba el Visado de mí Pasaporte, aunque creo recordar que lo que sí dijo la Policía española, de que como era poco tiempo el que íbamos a permanecer en dicho país, seguro que no nos pondrían ninguna pega; lo cierto es que cuando miraron mi documentación, nos dijeron que ella podía pasar, pero yo no, por no tener el Visado; de esto me enteré después porque ella me lo tradujo. En vista de ello retrocedió el tren otra vez hasta la frontera y nos bajamos, que por cierto el Policía fue muy amable y nos ayudó a transportar algo de lo que llevábamos, después de todo agradecido, pero sabiendo que él, sólo cumplía con su obligación. Allí en la Estación de la Frontera estuvimos por lo menos de dos a tres horas; ya que era de noche todavía, ¡No he pasado en mi vida tanto frío! Es un recinto grande y sin estar acondicionado pues ya se pueden figurar Ustedes lo que le puede venir a uno encima, estuvimos un tiempo repasando mentalmente ¡Porqué ésta contrariedad! ¡Acaso no teníamos    bastante con los últimos acontecimientos! Seguidamente mi esposa   fue a enterarse a que distancia estaba la Embajada y parece que le comunicaron que se encontraba a unos tres km., de allí; entonces les pidió el favor si podían meter las maletas en alguna dependencia de la Estación y que le pagaríamos a la vuelta, accediendo a tal rogativa, buscamos algún establecimiento para cambiar dinero, pero era demasiado temprano, por lo que no pudimos coger ningún  autobús a la Embajada optando por  irnos en el ¨Coche de San Fernándo¨ ¨Un pie aquí y el otro Andando¨, el paseo resultó muy agradable hasta se nos quitó el frío que teníamos metido en el cuerpo.

Francisco Domínguez.

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